El caparazón de la tortuga

CARTA A 2019 SEGÚN DIEGO

by Diego, la tortuga sin caparazón | 31 Dic 2018 | Sin categoría | 0 comments

Como último artículo del año quisiera hacer uno ya habitual en mi blog desde que lo creara en 2016 que es el resumen del año. Esta vez no lo voy a hacer sobre el deporte, como hace dos años, ni sobre el verano en concreto, como el año pasado. Esta vez me gustaría hacerlo de forma epistolar, yendo poco a poco resumiendo en unas cuantas líneas lo que ha sido el 2018, y que el destinatario de esta carta sea el 2019, para desafiarlo de alguna manera a mejorar este gran, aunque también complicado 2018.

 

Esperado 2019:

 

Me dirijo a usted con las ganas e ilusión de que llegue el día 1 de enero, y a su vez con la pena y el anhelo que tendré a este 2018 que está a punto de marchitarse.
En enero venía de unas vacaciones de Navidad cortas y con un primer trimestre que me mostró lo que es 2º de Bachillerato: la dificultad, los nervios y el estrés con respecto a 1º de bachillerato se multiplican por 2, al menos en la gran mayoría de personas. Yo, sinceramente, no noté mucho el cambio, aunque sí es verdad que el no cambiar el chip de primero y no añadir más procesadores a mi ordenador interno afectó a mis calificaciones, al menos en algunas asignaturas. Aun así, el segundo trimestre fue bueno, pese a esa espina que tengo clavada por economía, la única asignatura que me ha quedado en toda mi trayectoria en la educación, tanto primaria y la ESO, como bachillerato. Esto es algo de lo que estoy orgulloso, aunque no tenga ese currículum perfecto. Pero ¿acaso la perfección mola? A mí no.

También fue una primera parte de año llena de cumples y fiestas sorpresa, las cuales no han parado en todo el año, y de las que también he acabado un poco saturado con tanto regalo. Recuerdo la de Trillo, celebrando el cumple de mi amiga Irene. En esta excursión a la Mancha hubo un gracioso, pero doloroso accidente para el recuerdo: la fisura de tibia y peroné de mi amigo Marco, en la que tuvo que ver, y mucho, un columpio y dos amigos más (y yo también) empujándolo con esmero y ahínco, hasta que la catástrofe se abalanzó sobre Marco.

Tras Semana Santa comenzaba el sprint final a la ansiada línea de meta, la EVAU, y el tramo de curso donde quizás si haya notado la presión más de lo que me hubiera gustado o esperado.

Si tengo que elegir lo mejor del curso es sin duda la graduación. Todos vestidos de gala, la mayoría graduándose en vísperas de una nueva e ilusionante etapa, y que mejor forma de divertirse en una graduación que siendo el maestro de ceremonias. Y ese fui yo (aunque iba a presentarla con Marco, que no pudo por la fisura de tibia y peroné que mencioné antes).

Siendo objetivo, creo que lo hice bastante bien para ser la primera vez. Estaba muy nervioso, delante de un teatro lleno hasta la bandera, pero tuve cierta soltura natural y algún chiste malo de los míos que me ayudó a relajarme.

He de mencionar que este año he estado jugando al balonmano en el Balonmano Torrejón y en el Palas Atenea. Los del primer equipo mencionado me acogieron muy bien y logramos acabar la temporada con una unión muy bonita. Con el Palas fue también mi año porque me hice con el liderazgo del equipo y juntos pudimos acabar primeros de grupo. Además, fuimos a un viaje gratis a Navacerrada donde quedamos segundos, pero también donde pasamos tres días increíbles.

La EVAU la terminé con buenas sensaciones, y me fui de viaje con mis compañeros del instituto a Mallorca. Fue un viaje bastante “guapo”, coloquialmente hablando, en el que disfruté mucho de la compañía y de la fiesta, sobre todo la de la playa. Un 12/10.
En este viaje me enteré de que había sacado un 10,292 en la EVAU, que no está nada mal. Y al volver nos esperaban las fiestas de Torrejón, las mejores que hay.

Tras estas grandes fiestas en las que, como cada año, me lo pasé genial, tocaba trabajar. Estuve desde finales de junio hasta últimos de agosto trabajando con mi padre en su empresa, Dalpack Sistemas S.L (aprovecho y hago publicidad jeje). Fueron dos meses casi de trabajo duro y estresante, sobre todo estresante. Todo el rato de aquí para allá y de allá para acá. Pero tenía los fines de semana para descansar.

También tuve tiempo para ir al parque de atracciones, y a ver en un fin de semana dos musicales preciosos como lo fueron El Guardaespaldas y El Rey León. Este último tenía muchas ganas de verlo y no me decepcionó. Todo era espectacular y sin duda es una obra maestra provocada por grandísimos profesionales. Fue uno de los mejores findes de mi vida.

Tuve mis vacaciones y me fui con mis amigos, loa Vanidosos, a la feria de Málaga. Fueron siete días increíbles, con risas increíbles y con anécdotas muy muy increíbles, como la de mi amigo Redondo y su aventura con el alcohol y el puerto de Benalmádena como los co-protagonistas del recuerdo más épico y gracioso de todo el 2018, y si me apuran, uno de los mejores de toda mi vida.

Al volver se acercaba ya la universidad. Estaba a un mes de empezarla, y no tenía ninguna gana de ello. Hasta que empecé el curso y conocí a mis compañeros de clase, en especial a La Élite.

Han sido unos tres meses muy buenos junto a ellos, con risas ilimitadas y con mi proclamación como Memegend por mi gran habilidad para con los memes. He hecho unos 80 y todos podrían estar en el top 10 perfectamente, aunque claro está que sin los profes y los compañeros habría sido imposible elaborar esas obras de arte.

Ahora vienen los exámenes y espero aprobarlos y cerrar así un cuatrimestre perfecto y empezar el segundo totalmente liberado.

Este mes mi padre Guillermo ha corrido su tercera maratón, la primera en Málaga, la cual ha completado en 4 horas 20 minutos y 55 segundos. Estoy más orgulloso de ti de lo que puedas estar de mi papá, aunque a veces no lo muestre. Gracias por todo.

No puedo acabar el artículo sin mencionar a Los Martes con Sandra, que no es una nueva serie de televisión sino una serie de quedadas con mi amiguísima Sandra cada martes. Tampoco puede faltar Nerea, mi rubia favorita y mi compañera de rayadas, y quizá la que más me comprenda en mis conflictos amorosos. Mi niña Irene y mi culogordo de Clara tampoco podían faltar. Mi futura esposa Cris y su 25 sobre 10, Paula y nuestras comidas en la Complu, mi pelirroja Emma, Elsa, con la que he forjado una gran amistad este año, Clarita Magic, a la que agradezco su presencia en mi vida, mi Andreita Cuenca, con quien tengo una relación imperecedera, mis dos chicas de 2º Belén y Sandra, mi mejor crítico, Vera. Mis torontianas, Mónica, Raquel, Laura, Ana, Bache, y un largo etcétera, os quiero y ojalá vernos más. Las inseparables Nuria y Andrea y todas las hermosas mujeres que no he mencionado y que son tan importantes para mí y me hacen ver lo equivocados que están aquellos que critican a las mujeres, entre las que destaca mi madre sobre todas y la que querré siempre pese a nuestras discusiones fuera de tono.

En resumen, 2018 ha sido un año lleno de anécdotas, divertidas y aburridas, pero únicas e irrepetibles. Han sido 365 días de fiestas, madrugones, exámenes, amores, desamores, sorpresas, llantos, de alegría y de tristeza, victorias, derrotas, caídas de las que supe aprender y levantarme, amigos que son familia, familia que son amigos, y risas, sobre todo risas. Soy partidario del gelionismo. Reír es necesario para el ser humano. Reírse de todos, de uno mismo más que de nadie. Reírse sin parar y, fundamentalmente, ver el lado bueno de todo lo malo que nos pase, que siempre lo hay.

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P.D: 2019, lo tienes difícil si quieres superar este 2018. Gracias a todos.