El caparazón de la tortuga

Hola de nuevo. Ya son casi tres meses sin escribir y lo echaba de menos. He estado muy liado con los exámenes y no quería escribir algo mal hecho. Ahora que estoy más liberado voy a tratar de escribir al menos tres artículos más antes del día 1 de enero. El de hoy es más un relato en donde voy a narrar el mejor verano de mi vida. Sé que han pasado muchos meses pero tenía que hacerlo. Mi viaje a Toronto es inolvidable, las jaiak de Bilbao y las risas con Vanidosos, hermanos de distinta sangre. Espero que os guste.

TORONTO

Era día 24 de junio. Mi avión hacia Toronto salía el 26. Fui a la sala Houdini a ver a un gran mago, mejor amigo aún, Manuel Alcalde. Yo no quería para nada ir a Canadá. ¿Un mes entero con desconocidos? Qué pereza. No tenía nada de ganas. Que equivocado estaba. Y me di cuenta en muy poco tiempo.

Dos días después estaba yo, con mi madre y mi maletón, esperando a que los monitores nos llamasen. Cuando lo hicieron, lo primero que tuvimos que hacer fue una foto como si fuésemos un equipo profesional que ha ganado un trofeo importante. Había más cámaras que personas. Creo que ninguno sabíamos a cual mirar y así salió la foto, unos mirando a un lado y otros a otro. Ahí comenzaba mi aventura, nuestra aventura. Jorge fue el primero que habló conmigo, después “papá Asen”, luego llegó Tena con una voz de tenor que ni Plácido Domingo, un parecido a Jimmy Neutron y con una estatura digamos que poco alta. Más tarde me presenté a los gemelos, Miguel y Jesús. A Pablo también. Ya empezaba a hacer amigos.

Después del viaje eterno llegamos a Montreal como transbordo. La primera gran anécdota del viaje. Casi perdemos el avión a Toronto. Tuvimos que correr bastante, pero logramos llegar. En ese viaje hablé con Isa, una tía de prostituta madre, y con Sandra, la mujer terremoto. Fue una buena conversación sobre fiestas y ese rollo. Aterrizamos de noche. Los que iban a una casa por un lado y los que íbamos a residencia por otro. Ahí conocí a mi compañero de habitación y un artista, Roberto, y a Celia, una chica simpatiquísima. También a “mi” Bache. Pese a ello fue con Carolina, la monitora, con la que más hablé en el trayecto hacia la “resi”.

Llegamos tarde y tuvimos que cenar pizza. Lo hicimos en la mítica planta 27 en la que pasaríamos tantos momentazos, aunque todavía no lo sabíamos. Entre nosotros había una zamorana, se llamaba María, e iba a ser una de las personas más importantes en mi viaje. Sin duda fue mi “compitrueno”. Compartimos muchos momentos de risa, discusión y de “boberías” como dice ella. Pero se forjó una amistad de acero.

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La primera excursión fue un partido de béisbol. Me vestí como un “jay” más y animé a los Blue Jays como un aficionado cualquiera. En ese partido coincidimos con un grupo de vascos. Un loco de ese grupo consiguió que todo el estadio hiciese la ola. Ese loco se llamaba Aritz, y qué loco. Aunque de los euskaldunes escribiré más tarde. Luego llegó Wonderland. !Vaya pasada¡ Es un parque de atracciones muy increíble y más aún si vas con gente como Tena o María que se montaban en todo (esto es mentira). Me monté en cosas que no sé si me hubiese montado yendo solo. Fue un gran día, y encima jugaba Rafa Nadal y estaba constantemente mirando el móvil. En fin, un día muy completo.

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ROGERS CENTRE

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WONDERLAND I
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WONDERLAND II

Hubo tantas excursiones que podría escribir la Biblia. También este sería un libro sagrado para mí. Una de las mejores fueron las cataratas del Niágara. hermosísimas aunque el agua estaba muy sucia. Lo mejor fue el mojarnos al pasar al lado de ellas. Nos calamos enteritos.

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NIAGARA FALLS

No olvido las clases con el gran Tristan y su juego del pueblo duerme. En ese juego conseguí una hater, Laura, que siempre era acusada. Eran unas clases increíbles. Pasé por dos clases más pero vamos paso a paso.

Otra anécdota muy graciosa fue ese audio de Rocío, que estando coja no podía pasar a su casa porque un perro no le dejaba. O esos momentos de sustos y risas en las plantas 17 y 4. Con Julia y Adriana cegadas de miedo, o María dejándome tirado en una piscina abandonada y sin luz. Memorable. Como también lo fue el día en el que Tena casi muere de un infarto cuando pensó que había intrusos en su casa. Lo llamé para ver que le pasaba y me colgó por si le oían. Para colmo encontró misteriosamente una naranja sobre su cama. Creo que fue de lo mejor del viaje.

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También recordar ese día en la playa, en el que fui tomando contacto con Ana, mi hermanita, y con mi Marina Dor. Dos chicas que me cayeron fenomenal desde que hablé con ellas por primera vez, y a las que he acabado queriendo. Aunque iba a dejar de verlas durante tres días, a ellas y a muchos más que se quedaban en Canadá. Carolina, monitora y amiga, regresaba a Madrid y dejaba un vacío en nuestros corazones. Llegamos a quererla mucho durante las dos semanas que estuvo con nosotros. Aunque el que más triste estuvo fue Jaime, el otro monitor (puto amo por cierto), que era también su esposo. ¡Qué pareja más bonita hacían! En dos noches estaría en Nueva York.

Eran unas diez horas dentro de un autobús, pero no se me hicieron largas. Allí no íbamos todo el grupo como ya he dicho. En el viaje de ida conocí un poco más a Elena, que iba a clase conmigo y me acabó cayendo muy bien y trasmitía un buen rollo increíble, y también a dos chicas increíbles que se han convertido en grandes amigas mías, Mónica y Raquel. A Raquel la conocí mucho mejor ya en EE.UU. Con Mónica me senté en el trayecto a la Gran Manzana, pero antes me sentaba con Alfredo, un extremeño con mucho arte y que, pese a llamarle Alberto más de una vez, llegué a quererlo mucho. Raquel me quitó el sitio y ahí empezó mi estrecha relación con Mónica. Nos contamos nuestras vidas y hubo una tercera persona que se unió a nuestra conversación, la asturiana Inés. Tenía una cara de niña buena y de angelito que la hacían aparentar ser muy inocente, pero ni mucho menos. Menuda diablesa. Para colmo Moni y yo tuvimos una confusión con Inés cuando esta dijo “yo he pillado dos veces”. Fue un momento muy gracioso. Cuando llegamos a NY solo podíamos pensar en desayunar. Tena y yo casi nos perdemos pero pudimos comer. Fuimos a un puesto donde nos atendió un griego cuya mujer era colombiana. Me pareció curioso.

En Nueva York no hubo tiempo de aburrirse. Visitamos absolutamente todo, el Top of The Rock (aunque molaría más si se llamase Top of The Legend), anduvimos por Times Square, la Grand Central Terminal, la quinta avenida, Soho, el mítico barrio de Chinatown, el barrio italiano, Wall Street (o Wallet Street como la llamo yo), y algún sitio más que seguro se me escapa. 26km recorrimos en un solo día, mortal, pero mereció la pena, pese a ir escocido durante 5h, pero esto que quede entre nosotros.

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NEW YORK

Pese a todo eso tan espectacular, con rascacielos, monumentos célebres como la Estatua de la Libertad, o lugares históricos como el Memorial del 11-S (que cuando comencé a leer todos los nombres de los fallecidos sentí una pena enorme y desde aquí quiero mandar un fuerte abrazo a los que sufrieron la muerte de sus amigos o familiares), o el enorme Empire State, incluso el toro gigante de Wall Street, me quedo con la noche en la que vimos videos hasta las tres de la mañana, sobre todo de miedo. Olga y Carmen, extremeña y sevillana, fueron las más escandalosas. También Isabel se asustó bastante. Me reí muchísimo. En el hotel compartía habitación con Mario (un gran chaval y pese a ser tímido te ríes muchísimo con él), Alfredo y Tena, aunque como he dicho ya, no dormimos mucho.

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NEW YORK

Pero como lo bueno se acaba pronto, el día 11 de julio ya estábamos cruzando la frontera entre Nueva York y Toronto. Mónica fue la última persona que estuvo conmigo en EE.UU, ya que me equivoqué al comprar chocolate Toblerone, ya que lo quería negro y lo compré blanco. Despistado en cualquier lugar del globo.

Lo que más me sorprendió y me encantó de mi vuelta a Toronto fue el recibimiento de mis compañeros de viaje, sobre todo el de Asen, que se abalanzó sobre mí como si se tratase de una película de amor en donde los enamorados están cada uno en un extremo de la playa y corren a su encuentro. Puede sonar muy cursi y ñoño, pero me sentí muy querido y en ese momento supe que Toronto me iba a marcar por siempre. Tras ese momentazo cené en el Blaze Pizza, en Dundas Square, muy recomendable.

Me alegré mucho cuando volvía ver a los que se quedaron en Ontario, incluso a las personas con las que no hablaba mucho pero con las que me llevaba bien, como Doris y Paula, dos chicas estupendas, al igual que Clara (que tiene un apellido tan peculiar como bonito) Hugo, que es un divo de los que ya no quedan, Minerva, una murciana majísima con la que iba a clase, Alejandra, una loca de la vida a la que cogí cariño, y también a los primos Raquel y Pablo. A Raquel la conocí mejor después y es una gran chica y Pablo, aunque un poco pesado, muy majo y espabilado para tener catorce años. También Marta, una artista de la pintura. Con ella sí hablé bastante y era una tía muy enrollada.

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Después de la excursión en territorio USA, todo fue a mejor cada día. el día 13 era mejor que el 14, el 15 que el 14… y así hasta el 26. Hubieron grandes momentos como la discoteca, donde los sucesos románticos hicieron olvidar el calor que hacía ahí dentro. También la excursión a los recreativos donde jugamos al láser, donde fui el que mejor puntería tuvo y después jugamos a meter gol con una especie de coches de choque, una locura en la que, por cierto, también marqué gol. Estuve «On fire». Fueron muy buenos los momentos en clase, en la tercera en la que estuve (y última por suerte) fue la mejor por la cantidad de cosas que hacíamos. Ahí conocí a un montón de personas de diferentes países, como Brasil, México o Rusia, y también a españoles que querían no serlo, mis vascos del alma. En clase estaban Itxaso y Oihane nada más, luego hablaré de este grupo con más detalle. Entre los brasileños estaban Bárbara, Giovana, Ana, Isadora, Sergio, Diego y Gabriel, meu irmão, O’Rei Gabriel. Muito obrigado por tudo. Espero vê-lo novamente. Luego estaban Luis Armando, «Holy» Héctor y el gran Otto, los tres mexicanos más chingones del distrito. Si leéis esto quiero decir una cosa: ¡Viva México putos!

No puedo escribir sobre este viaje sin mencionar a la Russian Machine, Tim. Él me ha ayudado a soltarme con el inglés y es gracias en gran parte a él que ahora hablo mejor el inglés. Fue uno más del grupo y lo echo de menos. Desde donde estés, Спасибо.

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INTERNACIONAL

Uno de los mejores recuerdos del viaje son sin duda los trayectos en autobús donde la liábamos gorda, jugábamos a pueblo duerme, hacíamos pilladas a los dormilones (María, Inés, entre otros) o simplemente charlábamos. Tena nos enseñó una canción, o intento de canción, con la que nos divertíamos a lo grande, sobre todo cuando Jesús se motivaba a un nivel inalcanzable para cualquier mortal. Era impresionante.

Si tuviese que elegir un día malo no podría porque no los hubo, aunque el día que tuvimos la excursión al Medieval Times fue muy triste, ya que era la última noche de los vascos en Canadá. Llegué a apreciarlos mucho. A Aritz, a Ander, a Ibón, a Íñigo, a Itxaso, a Naia, a Andrea y muchos más que se querían y formaban un grupazo. Me hizo mucha gracia cuando estábamos en el partido de béisbol (segundo día, no nos conocíamos), y llamé Bilbao al Athletic y todos se me tiraron encima, excepto Ane la rubia, que era de la Real. Así que ya sabéis, llamadlo Athletic, que el Bilbao es el filial.

Continuando con su último día, tengo que decir que hubo muchas risas. Íbamos en el autobús de vuelta a Dundas square y me puse a cantar el himno del Athletic, que casi me quedo sin aire. Luego fuimos a un parque y cantamos durante una hora y pico. Naia me enseñó una canción en euskera de la cual no me acuerdo, pero sé que me costó mucho aprenderla. También el baile del Papu y las risas con Aritz, el rey león. Fue un horrible día de despedidas pero de mucha alegría y felicidad a su vez.

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ESKERRIK ASKO

También llegaría nuestro último día. Y fue muy completo. Nos tocó esperar bastante para embarcar, y aprovechamos para firmar nuestras banderas. Cuando llegamos a Montreal me pasó mi última anécdota en el país canadiense. Después de haber estado buscando durante dos días una campana decorativa para mis padres, la encontré en el aeropuerto de Montreal. Pues se me olvidó cogerla. Se quedó en una bolsa de plástico. Olé yo. Ocho horas de vuelo nos quedaban por delante y ni dormí ni me aburrí nada. ¿Cómo es eso posible? Pues hablando, escuchando música o haciendo tonterías como ponerle cucharas de plástico a Jorge en la boca. Se me hizo corto. Cuando aterrizamos ya sabía que quedaba poco. Lloré, lloré mucho. No pude evitarlo. Os he llegado a querer mucho chicos y ojalá pueda volver a veros (a los no madrileños, que a los de Madrid si los veo con relativa frecuencia).

Fue un viaje maravilloso e inolvidable, pero no hubiese sido así sin vosotros. Muchas gracias por quererme como yo a vosotros. Sois mi torontoamedias.

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LOVE

MÁLAGA—›BILBAO

Tras el viaje a Toronto me tocó trabajar con mi padre unos días hasta que viajamos a Málaga como todos los años. Allí vi a mi amigo Paco, con el que vi a Nadal a cualquier hora en su bar, y luego a los lucenos Juan, que odia a Rafa incomprensiblemente, Mari, la más guapa y salá de Benalmádena, Óscar, el Contador malagueño, Gero, que cocina mejor que mi madre, y el otro Paco, barcelonista como yo y el mandamás del Lucena. Todos muy buena gente y divertidos. También mencionar a mí chavalín Adrián y a sus padres Pepe y Cristina, que saben que los adoro y que los voy a echar de menos. Aún así yo estaba deseando ir a las jaiak de Bilbo. Finalmente pude convencer a los padres de mi amiga Ana, que estuve con ella en Toronto, y nos fuimos a las Vascongadas. Nos acogió la familia de Ander, chico que conocimos en Toronto. Su hermano es muy buen chaval, se llama Asier y sin duda se comporta mejor que Ander, que es el mayor. Aunque si se pasan de la raya ahí está su madre Mayra, la jefa de Bilbao. Una tía cañera, divertida, simpática y extrovertida. Me enseñó a bailar la Jota, que aprendí más o menos. Nos lo pasamos mejor con ella que en la fiesta. Incluso hablaba con nosotros cuando llegábamos a las cinco de la madrugada a casa. En cuanto a las jaiak fueron espectaculares, las mejores en las que he estado. Las recomiendo por muchos motivos. El primero es su espectacularidad, miles de personas pasándoselo en grande y lo mejor, sin malos rollos. Tirabas el vaso de uno y te pedía perdón a ti. La música en euskera también era una pasada, aunque necesito el EGA para entenderla. También hicimos amigos allí. Unas chicas de Basauri, muy guapas y marchosas, e incluso conocimos a unos catalanes que sinceramente, eran los p++++ amos. También fueron unas fiestas de reencuentros. Volví a ver a Aritz, a Andrea, a Naia, a Ibón, a Marta, a Itxaso y a Patri. Me lo pasé fenomenal y pienso repetir.

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ADOPTADOS POR MAYRA I

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ADOPTADOS POR MAYRA II

Además me quedo con mi visita al Nuevo San Mamés, hermoso. Una gran experiencia. Y como anécdotas graciosas voy a escoger dos. La primera fue nada más llegar. Traje un saco de dormir que pesaba lo suyo y cuando entro por la puerta con él, Mayra, la madre de Ander y Asier, me dice que que hago con eso, que tengo cama. Me la jugó el cabrito de Ander. Y la mejor anécdota fue ese mismo día por la tarde. Fuimos a la playa de Bakio. Allí estaba Ibón (lo conocí en Toronto) con sus amigos, que querían vacilarnos y al final fueron vacilados. Ibón les dijo que preguntasen por The Legend (mi apodo) y eso hicieron. Me hice pasar por alemán. Ana y Ander negaban que conocían a The Legend y los amigos de Ibón creían que era él. Me levanté y grite en inglés «¿qué ocurre?» y los vascos se creyeron que yo era extranjero. Acto seguido cogí una camiseta que por detrás tenía mi apodo puesto y me la fui poniendo mientras caminaba. De repente oí «¡ese es The Legend!» y me comenzaron a perseguir seis o siete vascos por la playa. Me la jugué y salió muy bien. Resultaron ser buenos tíos los amigos de Ibón. Moraleja: no intentes vacilar a una leyenda.

Y ese fue mi viaje a Euskalerría. Divertido, apasionante y corto. Bilbao, espérame que volveré pronto.

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THE END

El verano ya prácticamente se había terminado. Las últimas semanas las pasé quedando con algunos amigos de Toronto, con los Hermanos Tardones y los partidazos de fútbol que echamos cada vez que se puede, pero sobre todo con los Vanidosos, mi grupo de amigos en donde una puya se convierte en abrazo al instante y donde discutimos por todo y nos queremos por nada. Muchas gracias «ramones». También estuve con mis 4 babys Sandra, Nerea, Irene y Clara a las que quiero mucho y no quiero que piensen que me olvido de ellas.

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En fin. Este ha sido el mejor verano de mi vida. Sé que lo he subido muy tarde pero creo que lo he subido en la mejor fecha. En Navidad, donde la gente es más feliz, donde se juntan las familias. Para mí, la navidad comenzó el 26 de junio, y todo gracias a estas personas que he ido mencionando. Muchísimas gracias. Os quiero.

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Feliz Navidad

Pd: este artículo se lo quiero dedicar además a Vera García, una chica de mi clase y mi mejor lectora. Sé que te he hecho esperar pero espero que haya merecido la pena.